Biomarcadores: personalizar los tratamientos para el cáncer de tiroides
Identificar estos factores es clave para incrementar la precisión diagnóstica y ofrecer tratamientos individualizados
Si bien es cierto que no se trata de uno de los más prevalentes, el cáncer de tiroides está experimentando un crecimiento en las últimas décadas y, en concreto, el carcinoma de tiroides se ha situado en quinta posición como uno de los más frecuentes en mujeres. Además, tal como lo describe el doctor Manuel Durán Poveda, jefe del servicio de Cirugía General y Aparato digestivo del Hospital Universitario Rey Juan Carlos, "el cáncer de tiroides es tal vez uno de los tumores que más controversias generan en relación a su diagnóstico, tratamiento y seguimiento posterior, y en su manejo se ven involucrados muchos especialistas, que deben actuar con la máxima coordinación bajo el amparo del trabajo multidisciplinar".
Pese a ello, cuenta con la ventaja de presentar muy buenos datos de supervivencia, debido especialmente al diagnóstico precoz, posible gracias al uso de pruebas de imagen muy sensibles y el empleo de biomarcadores en punciones de nódulos tiroideos, y abordajes quirúrgicos más selectivos. En concreto, y en relación a estos biomarcadores, el especialista recalca la importancia de la identificación de los mismos que, según sus propias palabras, "aumentará la precisión diagnóstica y permitirá el diseño de tratamientos individualizados para cada paciente. Entender la biología molecular de los tumores resulta trascendental para determinar cuál será su pronóstico, evidenciar causas de resistencia al tratamiento y permitir el desarrollo de terapias biológicas dirigidas a pacientes refractarios al radioyodo. Hoy día ya no basta con una visión histológica pura de estos tumores, sino que debemos interpretarlos desde el punto de vista molecular".
Tumores resistentes a la quimioterapia
Uno de los mayores problemas que surgen a la hora de tratar el cáncer de tiroides es que tienen un carácter clásicamente quimioresistente, por lo que hasta hace poco era difícil encontrar tratamientos adecuados, especialmente en los casos no candidatos a intervención quirúrgica. Sin embargo, la identificación de estos biomarcadores ha permitido "el desarrollo de terapias oncológicas dirigidas, que ha supuesto un punto de inflexión con cifras de supervivencia nunca obtenidas hasta la fecha. Esto ha sido posible gracias a la presencia de fármacos disponibles actualmente en práctica clínica y muchos otros en fase de investigación", nos explica Brezo Martínez Amores Martínez, especialista del servicio de Oncología Médica del mismo centro.
En este sentido, la identificación de la proteína BRAF como factor pronóstico ha supuesto un gran avance. Esta molécula resulta clave dentro de las cascadas intracelulares que provocan la proliferación descontrolada de la célula tumoral tiroidea, por lo que "la identificación del gen que codifica esta proteína, entre otras, ha propiciado un cambio en el abordaje quirúrgico del cáncer de tiroides y debe plantearse en la práctica clínica real en todos los pacientes al diagnóstico", concluye el doctor.
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