Mitos y verdades sobre la leche
Te contamos qué hay de cierto en muchas afirmaciones que circulan acerca de la leche
Aunque durante mucho tiempo la leche ha gozado de una excelente fama, en los últimos años su popularidad y consumo se han visto afectados por diferentes mitos que aconsejan no beberla por diversos motivos. Seguro que todos hemos escuchado en alguna ocasión frases del tipo: "la leche no es buena porque provoca mucosidad", "la leche engorda y produce colesterol" o "la leche sólo debe consumirse en la niñez". Pero ¿sabemos cuánto tienen de cierto estas afirmaciones?
¿Son malos para nuestra salud los productos lácteos?
Desde el servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Quirónsalud Barcelona nos comentan que muchas de las ideas que circulan por internet, redes sociales u otros medios, que afirman que la leche es perjudicial para nuestra salud, tienen poco o ningún fundamento científico que las avale, y que no debemos creer toda la rumorología que corre sobre los lácteos, ya que en muchos casos las informaciones no son del todo ciertas o están incompletas.
Los productos lácteos, como la leche, el queso o el yogurt, son ricos en calcio y proteínas, unos nutrientes esenciales para el crecimiento y el desarrollo adecuado de los huesos. Los expertos del servicio nos explican que la leche, en particular, es uno de los alimentos básicos desde el punto de vista nutricional, ya que contiene todos los aminoácidos esenciales de una dieta rica y variada. Además, es una fuente de proteínas de elevado valor biológico y cuenta con componentes de propiedades beneficiosas para el sistema inmunitario, cardiovascular y digestivo.
Algunos de los mitos más extendidos
El hombre es el único mamífero que consume leche tras el período de lactancia
Es cierto que, una vez destetados, los animales en general tienden a perder la actividad enzimática que facilita la digestión de la leche. Sin embargo, el hecho de que el ser humano sea capaz de obtenerla de otros mamíferos y convertirse así en el único que continúa tomándola de adulto, ha propiciado que, con el tiempo, esa capacidad enzimática de digerirla se haya mantenido en las sociedades habituadas a su consumo.
Además, según fuentes del Departamento de Bioquímica Biología Molecular II de la Universidad de Granada, "hace más de 1000 años que se domesticó a los animales y se pudo incorporar la leche a la dieta, algo que supuso un gran salto evolutivo para el hombre."
La leche engorda
En realidad, la leche aporta numerosos nutrientes en un contenido calórico muy limitado, ya que solo el 3,5% de la leche entera es materia grasa, el 1,8 % en la semidesnatada y el 0,8% en la desnatada. Además, la grasa que contiene ayuda a transportar algunas de las vitaminas liposolubles que nos aporta, por lo que resulta tan beneficiosa como necesaria.
Provoca alergias o intolerancias
Es importante recalcar que la alergia y la intolerancia son dos cosas diferentes: la primera se produce por una reacción a la proteína de la leche de vaca, mientras que la segunda es provocada por la lactosa, un azúcar que contiene la leche. Para el caso de personas alérgicas existen alternativas como la leche hidrolizada y también hay productos sin lactosa para los casos de intolerancia.
En cualquier caso, el hecho de que la leche contenga componentes potencialmente alérgenos no la convierte en un alimento poco sano ni no apto para la mayoría de personas que no son alérgicas o que no presentan intolerancia a la lactosa, que siguen siendo más numerosas y pueden disfrutar de todos sus beneficios.
Aumenta el riesgo de padecer cáncer
Aunque son más recomendables los productos de menor contenido graso o fermentados, no existen pruebas concluyentes que vinculen el consumo razonable, de entre 1 y 3 raciones diarias de leche (y derivados) con un mayor riesgo de padecer cáncer.
Produce moco o empeora el asma
Actualmente, no existe evidencia de que su ingesta produzca mayor mucosidad en personas sanas, ni que provoque problemas en las vías respiratorias de personas con asma.
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