Del acoso escolar a la delincuencia, una evolución natural
Te damos las claves para detectar el acoso, cómo actuar y evitar que la conducta de la infancia continúe en la etapa adulta
Si bien es cierto que el acoso escolar que hoy en día conocemos por el término bullying es un problema que por desgracia ha existido toda la vida, en la actualidad la situación se ha agravado por la aparición de una nueva vía de acoso: los medios digitales. Ahora los menores no solo se ven acorralados física y psicológicamente en persona, durante las horas de colegio y las inmediatas, sino que el acoso puede extenderse a las 24 horas del día y, lo que es aún peor, llegar a unos niveles de difusión impensables hace unos años. Ciertamente, el cyber acoso se ha convertido en todo un fenómeno social de los últimos años, agravado por la disminución de la edad a la que los menores acceden a las redes sociales y aplicaciones móviles como el Whatsapp.
¿Qué se considera acoso y quién es el acosador?
La psicóloga infantil Mónica González nos explica que "al hablar de acoso escolar nos referimos a cualquier tipo de intimidación o maltrato, ya sea físico, verbal o psicológico, hacia un alumno producido por uno o más compañeros de forma reiterada a lo largo de un determinado tiempo".
El acosador es una persona que intenta manipular y se cree superior, y necesita ser detectado para corregir su conducta a tiempo ya que, en palabras de la especialista, "el 60% de los menores que acosan en el colegio tienen conductas delictivas en un futuro cercano, perpetúan la violencia y la trasladan al ámbito laboral, familiar o vecinal, convirtiéndose en su personalidad a lo largo de su vida".
Claves para detectar el bullying
Con mucha frecuencia es difícil que los niños nos cuenten este tipo de problemas, por lo que es importante que seamos los padres los que aprendamos a detectarlos. Para ayudarnos a identificar situaciones de acoso, la psicóloga nos revela los siguientes síntomas que podría presentar el menor acosado:
- Cambios de humor. Pueden mostrarse más enfadados de lo habitual, más tristes, más irascibles, etc.
- Pueden mostrar miedo y no querer separarse de los padres.
- Mejora de los síntomas en los días no lectivos o en vacaciones y viceversa.
- Los más pequeños pueden transformar su situación en síntomas, como el dolor de tripa.
- En los mayores se percibe especialmente cuando se conectan al ordenador o al móvil, ya que se tienden a ponerse muy nerviosos.
Cómo actuar ante un caso de acoso
Hay que distinguir entre los tres perfiles que intervienen:
- Agresor. El primer objetivo es conseguir que se responsabilice de sus actos y luego buscar que empatice con la víctima y sienta la necesidad de reparar su daño. En cuanto a su conducta general, hay que perseguir que controle su ira y la disminuya, pues una persona agresiva sin tratar sigue siéndolo hasta su edad adulta.
- Maltratado. La clave consiste en darle apoyo y protección, pero sin victimizarle, ayudarle a encontrar alternativas de actuación. Además, necesita mejorar sus habilidades sociales y subir su autoestima y autoconcepto.
- Observadores. Deben empatizar con sus compañeros, por lo que es necesario potenciar la sensibilización desarrollando actividades de ayuda entre iguales.
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