Alergia e intolerancias alimentarias: evita estos errores
Conoce todas las diferencias entre las reacciones alérgicas y las intolerancias alimentarias
Es un error pensar que cualquier malestar digestivo está originado por una alergia alimentaria. Es más, existen otras posibles reacciones tras el consumo de ciertos alimentos, como las intolerancias alimentarias y las intoxicaciones.
Aquí te contamos las 6 ideas equivocadas que se cometen al hablar de los efectos adversos de la ingesta de alimentos.
1. No confundas alergia e intolerancia alimentarias
Hay que evitar equiparar la alergia y las intolerancias alimentarias, puesto que no son lo mismo. De hecho, las causas, los síntomas, el diagnóstico y el tratamiento pueden variar, por lo que es importante no confundirlas.
La doctora Mar Fernández Nieto, alergóloga del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, nos indica que "la alergia alimentaria se produce por un mecanismo inmunológico sobre una predisposición del individuo, por ejemplo, la alergia a las frutas en los pacientes alérgicos a los pólenes".
En cambio, en la intolerancia alimentaria se presenta un déficit enzimático para digerir ciertos alimentos. Hoy día los tipos de intolerancias más comunes son al gluten, la lactosa y la fructosa.
2. Aprende a diferenciar los síntomas de alergia y de intolerancia
Para distinguir entre uno u otro problema, debemos atender al momento en el que surgen los efectos secundarios, así como los órganos a los que afectan.
Señales de la alergia alimentaria
Comienzan de forma más inmediata tras el contacto con el alérgeno del alimento. Al respecto, la doctora Elena Sierra Maestro, especialista en Alergología del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, nos puntualiza que "los síntomas se inician al poco tiempo, generalmente en la primera hora".
Además, las alergias alimentarias pueden afectar a otras partes del cuerpo y sus síntomas pueden clasificarse en:
- Cutáneos, con la aparición de picores, enrojecimiento, urticaria, dermatitis atópica e inflamación de los párpados y la lengua.
- Digestivos, provocando ganas de vomitar, vómitos, dolor en el abdomen y diarrea.
- Respiratorios, entre los que destacan el asma y la rinitis.
- Oftalmológicos, como la conjuntivitis.
- Síndrome de alergia oral, que es un conjunto de efectos secundarios localizados en la boca y la faringe.
- Shock anafiláctico, que es el efecto más grave, ya que puede ser causa de fallecimiento. "Se considera una emergencia médica en la que se requiere una actuación urgente e inmediata", apunta la doctora Sierra.
Indicios de intolerancia alimentaria
No se manifiestan tan rápido como las alergias alimentarias, sino que suelen trascurrir varias horas tras la ingesta del alimento. Esto complica el hecho de localizar cuál es el responsable de los síntomas.
Asimismo, las intolerancias alimentarias solamente ocasionan síntomas digestivos, como dolor en el abdomen, vómitos, náuseas, digestiones pesadas y alteraciones en el ritmo intestinal. En algunos casos, también se pueden detectar dolor de cabeza, cambios en el peso, agotamiento y falta de energía.
3. Evita eliminar alimentos de la dieta sin un diagnóstico
No es conveniente suprimir un alimento por la mera sospecha de que puede causar alergia o intolerancia. Sobre esto, la doctora Fernández nos recomienda que "antes de retirar cualquier alimento de la dieta, se debe consultar con el médico, que valorará las pruebas que son oportunas para cada caso".
Para diagnosticar las reacciones alérgicas, se utilizan test de la alergia en la piel o sanguíneos, así como pruebas de provocación controlada de alimentos. Mientras que el diagnóstico de las intolerancias alimentarias, que puede resultar más complejo, se puede conseguir mediante test analíticos, como la prueba de intolerancia a la lactosa y la fructosa, el perfil inmunológico y estudio genético de la celiaquía, y los exámenes en heces.
4. Alergias a la leche: qué debes saber
Lo primero es saber que la alergia a la lactosa no existe. La doctora Pilar Cots Marfil, alergóloga del Complejo hospitalario Ruber Juan Bravo, nos señala que "existe la alergia a la proteína de la leche de vaca y la intolerancia a la lactosa de la leche". Aunque las dos son problemas que puede producir la leche, se diferencian tanto en su origen como en sus síntomas, siendo mucho más grave la reacción alérgica a la proteína de la leche.
Por eso, es fundamental obtener un diagnóstico, que nos ayuda a recibir las pautas más adecuadas para su control.
Alergia a la proteína de la leche: la más grave
Es habitual en los niños más pequeños y se conoce popularmente como "alergia a la leche". La doctora Cots nos explica que "existe una alteración del sistema inmunológico, de manera que reacciona de forma equivocada contra las proteínas que componen este alimento".
Esta alergia puede provocar multitud de síntomas, afectando a diferentes órganos, como digestivos, cutáneos y respiratorios. En el peor de los casos, se puede producir un shock anafiláctico, que puede ser causa de fallecimiento si no se recibe el tratamiento de emergencia.
Hay que tener en cuenta que esta reacción alérgica puede originarse tras el consumo de proteína láctea en cualquier cantidad, tal como advierte la doctora Cots: "Una mínima ingesta, aunque sea de trazas, ya puede desencadenar una reacción muy grave; de ahí la importancia de una dieta estricta exenta de cualquier tipo de producto lácteo".
La intolerancia a la lactosa no causa anafilaxia
Se detecta a edades más adultas y se debe a un trastorno en la digestión de la lactosa, que es el azúcar de la leche. La doctora Cots nos detalla que "existe una disminución de la enzima que tiene que digerir este azúcar y eso hace que la lactosa pase al resto del intestino produciendo una serie de síntomas muy característicos", entre los que se encuentran la diarrea, el dolor o la distensión abdominal, las náuseas y la defecación explosiva.
En comparación con la alergia a la proteína de la leche, las personas con intolerancias a la lactosa no presentan síntomas en otros órganos y tampoco tienen el riesgo de sufrir anafilaxia, por lo que no necesitan llevar la adrenalina autoinyectable.
Lo que sí se recomienda es que eviten consumir productos con lactosa. No obstante, "los intolerantes pueden consumir pequeñas cantidades de lactosa de forma habitual sin llegar a notar síntomas", según apostilla la doctora Cots, quien agrega que "generalmente toleran algunos derivados lácteos, como yogures y quesos, porque al fermentar la leche, la lactosa suele transformarse en ácido láctico que no da problemas de intolerancia".
5. No es lo mismo la alergia al pescado que una intoxicación
En ocasiones se puede llegar a confundir la reacción alérgica al pescado con la escombroidosis, que es una intoxicación alimentaria originada por el consumo de pescados mal refrigerados. Sin embargo, no es lo mismo.
La alergia al pescado es una reacción inmunológica que solamente se desarrolla en algunas personas. Mientras que la escombroidosis es una reacción tóxica que puede afectar a toda la población que haya consumido pescados que contienen L-histidina y que no se han conservado de manera adecuada. "Si se mantiene en condiciones inadecuadas de conservación y refrigeración, las bacterias convierten la L-histidina en histamina", nos indica la doctora Sierra. Como consecuencia de esta intoxicación alimentaria, pueden aparecer los síntomas de malestar, diarrea, mareos, taquicardias y enrojecimiento en la piel.
Otra reacción al pescado muy común se puede originar con la ingesta de anisakis, que es un parásito similar a un gusano blanco, que puede localizarse en ciertas especies marinas, como el salmón, la sardina, la anchoa y el atún, entre otros. En el caso de ingerirlo, se produce una reacción alérgica, entre los primeros 15 minutos o durante las dos horas posteriores, que causa ronchas en la piel, dolor abdominal, náuseas, vómitos, diarreas y otros síntomas respiratorios.
6. Alergia al marisco y su relación con el yodo
Otra falsa creencia que conviene desmentir es que el hecho de ser alérgico al marisco no significa que también se sea al contraste yodado. Acerca de esto, la doctora Fernández nos manifiesta que "la alergia al marisco se produce por sensibilización a proteínas contenidas en estos alimentos, no por el yodo que puedan contener". Por tanto, no hay una relación entre esta enfermedad y la reacción alérgica a medios de contraste, que además es muy poco usual.
Por otra parte, el yodo no se considera un alérgeno, así que el riesgo de sufrir una reacción al contraste yodado es igual en personas con alergia al marisco o sin ella.
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