Diferencias entre estrés bueno y malo: qué debes saber
Identifica las señales del estrés y conoce las fases por las que puedes pasar en situaciones estresantes
El trabajo, la familia, los problemas económicos y otras obligaciones pueden causar la llamada "respuesta al estrés", que pone al organismo en estado de alerta. Al respecto, el doctor Jaume Riba Casellas, especialista en Cardiología del Hospital Quirónsalud Barcelona, nos explica que "el organismo se pone en guardia y se prepara para la lucha; concentra sus energías en el cerebro, el corazón y los músculos en detrimento del resto de órganos".
En un primer momento, el estrés hace que se acelere el ritmo cardiaco y la respiración, se dilatan las pupilas, se aumenta la presión arterial, hematíes y plaquetas, y se suda más. Pero, pese a ello, el estrés no siempre es malo, sino que resulta perjudicial cuando se mantiene en el tiempo.
Te ayudamos a conocer las señales del estrés, las diferencias entre eustrés y distrés, y en qué casos puede volverse crónico.
Cómo se manifiesta el estrés
La respuesta al estrés comienza con una serie de cambios en el cuerpo. El doctor Paolo Racugno, cardiólogo del Hospital Quirónsalud Valencia, nos describe que "en primer lugar, se suelen liberar las hormonas del estrés, lo que provoca que respires más rápido, haciendo que la presión arterial suba, los músculos se tensen y la mente corra a gran velocidad".
Una de las razones por las que se suele acudir a la consulta de Cardiología son las palpitaciones por estrés en las que se acelera el latido del corazón. El doctor Racugno apunta que "las palpitaciones por estrés pueden ser la traducción de una simple taquicardia sinusal hasta arritmias más peligrosas". Aunque la taquicardia sinusal es muy común al hacer esfuerzos físicos, en situaciones de estrés puede aparecer incluso sentados en el sofá o en cualquier otro momento de reposo.
Igualmente, el estrés puede causar extrasístoles, tal como señala el doctor Racugno: "A menudo el estrés se encuentra detrás de la aparición de extrasístoles, unos latidos que adelantan al ‘latido cardiaco normal’ y se manifiestan como un latido más fuerte o la falta de latido, vuelco en el corazón".
Otros síntomas muy habituales del estrés son:
- Molestias en el estómago
- Dolores de cabeza
- Problemas para concentrarse
- Dificultad para dormir
- Cambios del estado de ánimo
- Ansiedad
En el peor de los casos, el estrés puede desencadenar sensaciones similares a las del infarto, lo que requiere la hospitalización de la persona afectada, aunque no suele entrañar un verdadero riesgo para la salud. Por eso, el doctor Racugno nos aconseja encontrar la manera saludable de gestionar el estrés, ya que puede ayudar a mejorar el estado anímico, así como a evitar que se recurra a otras maneras de mitigar los nervios y que son perjudiciales para la salud, como fumar.
¿Estrés negativo o positivo?
El estrés no siempre es malo, e incluso puede ser una aliado para cumplir ciertos objetivos académicos, profesionales o personales. En palabras del doctor Racugno, "el estrés es un elemento indispensable para enfrentarnos a los retos de la vida como aprobar un examen, hablar en público o hacer frente a una ruptura".
Eso sí, es importante diferenciar entre estrés malo y estrés bueno, tal como apunta el doctor Riba: "El estrés es una respuesta necesaria de nuestro organismo y no siempre es malo, diferenciando el distrés (el estrés malo) del eustrés (el bueno)". El primero, también denominado estrés negativo, se asocia a situaciones que no se pueden controlar y que despiertan temor en las personas, como, por ejemplo, guerra, desastres naturales y, más recientemente, el coronavirus. En cambio, el eustrés se conoce como "el bueno" porque sus efectos se pueden percibir como algo beneficioso y se pueden manejar.
¿Qué pasa si no se gestiona bien el estrés?
Al comienzo, la persona experimenta la fase de alarma, durante la cual tiene que adaptarse al cambio y recuperarse. Cuando esto no se consigue, aparece la segunda fase de resistencia, que puede ir agotando poco a poco todas sus reservas, hasta terminar en la última etapa de agotamiento, que es cuando el estrés se puede volver patológico.
Existen varios desencadenantes del estrés patológico, por ejemplo:
- Estrés físico, que es habitual en los deportistas.
- Responsabilidades del día a día, con la familia, el trabajo y el dinero, que pueden generar estrés.
- Estrés emocional. A nivel social, se puede originar este tipo de estrés relacionado con las guerras, atentados y desastres naturales.
- Otros factores que pueden influir en la respuesta al estrés. Puede reaccionarse de forma exagerada o insuficiente ante el estrés debido a diversas causas, desde trastornos de personalidad hasta una falta de recursos o enfermedades adquiridas.
Por último, el doctor Riba apunta que "el abordaje del estrés debe ser multidisciplinar y debe tener en cuenta tanto el estrés físico como el estrés emocional a nivel personal y social". En ocasiones, se puede recomendar la prescripción de terapias psicológicas, medicación y el aprendizaje de actividades para la relajación y meditación.
© 2024 Quirónsalud - Todos los derechos reservados