Recomendaciones para gestionar el miedo de los niños
Hablamos de los miedos infantiles, a qué edades surgen y cómo se deben afrontar en familia
¿Quién no se ha asustado alguna vez en su vida? El miedo es una emoción natural del ser humano que alerta sobre posibles riesgos, de manera que promueve la supervivencia, la búsqueda de soluciones y la autonomía, entre otros.
Los miedos evolucionan durante la infancia, haciendo que aparezcan nuevas situaciones atemorizantes dependiendo de la edad. El doctor Daniel Martín Fernández-Mayoralas, especialista en Neurología del Complejo hospitalario Ruber Juan Bravo y del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, nos explica que "en los primeros años de vida, los niños viven muchos miedos, racionales e irracionales, que forman parte de su evolución".
Pero ¿por qué los niños sienten miedo? ¿cuáles son las situaciones atemorizantes más comunes en la infancia? ¿cómo pueden ayudar los padres a superar estos temores?
Para qué sirve el miedo
Tanto en la infancia como en la edad adulta se pueden experimentar diferentes miedos. De hecho, se trata de una emoción básica y natural que nuestro cuerpo utiliza para avisarnos de posibles peligros.
Además, los niños usan el miedo para comprobar la atención de los padres, tal como señala el doctor Martín: "El miedo les otorga cierto poder sobre los adultos, al ser utilizado para verificar hasta qué punto están disponibles, a veces de forma inconsciente y otras, conscientemente".
¿El miedo se transmite de padres a hijos?
Sí, hay miedos que pueden aprenderse, transmitirse o heredarse. Sobre esto, nuestro especialista nos indica que "existen miedos con bases muy genéticas, como la fobia a la sangre, y también hay niños que imitan la inseguridad de sus padres".
Igualmente, el miedo puede surgir debido a experiencias traumáticas, que no necesariamente ha tenido que vivir el menor, sino que lo aprenden por observación. "Los niños no aprenden muy a menudo de lo que se les dice, sino a partir de lo que se hace en su entorno, en función de su temperamento e intereses personales", comenta el neuropediatra.
En cualquier caso, hay que advertir que los miedos evolucionan y cambian al mismo tiempo que las circunstancias sociales. Por eso, es muy importante escuchar al menor y no restar importancia a estas emociones. Nuestro experto añade que "tener miedo no significa ser miedoso, sino que va ligado a una determinada circunstancia o a un determinado factor desencadenante".
Miedos en la infancia según la edad
Los peques sienten miedo ante una gran variedad de situaciones, que, dependiendo de su edad, van cambiando y evolucionando. Por eso, los recién nacidos se asustan fácilmente con los ruidos fuertes y, en cambio, los más mayores tienen miedo a los monstruos, la muerte y los exámenes, por ejemplo.
En especial, el doctor nos destaca que "los miedos a la separación de los padres son los más habituales, más típicos de niños con temperamento algo ansioso, sobre todo entre los 3 y los 5 años". Otros miedos muy comunes en la infancia, según la edad del menor, son:
- Hasta los 6 meses. Se asustan con los ruidos fuertes.
- De los 6 a los 12 meses. Tienen miedo a las personas desconocidas y a los objetos que aparecen de forma repentina.
- Primer año. A esta edad pueden manifestar miedo a separarse de los padres, que es un temor muy recurrente hasta los 6 años, aproximadamente. También pueden asustarse por las heridas, el retrete y los desconocidos.
- Segundo año. Se pueden asustar en situaciones en las que hay animales o se producen ruidos muy sonoros.
- Tercer año. Sus principales miedos son la oscuridad, los animales y las máscaras, además de la separación de los padres.
- Cuarto año. Los miedos más habituales son la oscuridad, los ruidos de día o de noche, los animales y la separación de los padres.
- Quinto año. Entre sus mayores temores se encuentran los animales, la oscuridad, lesionarse, las personas malas y la separación de los padres.
- Sexto año. Además de tener miedo a las lesiones y a la separación de los padres, también sienten temor a los seres sobrenaturales, como las brujas, los vampiros, etc. Otros miedos muy frecuentes a los 6 años son los truenos, los relámpagos, los ladrones y dormir.
- Séptimo y octavo año. De nuevo la oscuridad, los seres sobrenaturales y las lesiones continúan siendo los temores más comunes en estas edades. Otras situaciones atemorizantes pueden generarse a causa de sucesos que los niños han visto en la televisión o en otros medios de comunicación.
- Entre los 9 y los 12 años. Los niños más mayores pueden tener miedo a los exámenes, la muerte y el aspecto físico, entre otros. Otros miedos posibles son las lesiones, los truenos, los relámpagos y la oscuridad.
Cómo superar los miedos infantiles
Lo más importante para afrontar los miedos en la infancia es que los niños sientan el apoyo de la familia. Por esta razón, nuestro doctor insiste en que "si un niño nos confiesa que tiene miedo, no lo trivialicemos. Averigüemos qué es lo que le da miedo, cómo se siente exactamente, y animémosle diciendo que juntos pensaremos en cómo enfrentarlo".
Hay que tener en cuenta que los más pequeños pueden tener dificultades para expresar cómo se sienten y el motivo de ello. En estos casos, se aconseja a los padres que se muestren disponibles para escucharles y ofrecerles su ayuda. "No olvidemos la importancia de validar los sentimientos infantiles y de demostrarles nuestro cariño y aceptación cualesquiera que sean estos sentimientos", añade el doctor.
También es fundamental la presencia de los padres y que respondan con palabras o caricias, haciendo notar que están ahí. En este sentido, nuestro doctor nos explica que "los niños pequeños necesitan la presencia de un adulto para restablecer las sensaciones de protección y seguridad".
Por último, hay que evitar las películas, los juegos y las actividades que exponen situaciones violentas o terroríficas, y tampoco se recomienda utilizar amenazas de tipo "llamar al coco" si no hace algo, ya que esto puede estimular y exagerar los miedos.
Otros consejos para afrontar los miedos más comunes
- Miedo a la oscuridad. Puedes utilizar una pequeña luz en la habitación o dejar la puerta abierta. Si, aún así, al niño le surge este temor, trata de calmarle y proporcionarle seguridad, ya que normalmente nuestra mera presencia hará que se sienta más tranquilo .
- Miedo a que alguien entre en la vivienda. Lo más importante es razonar con ellos y persuadirles de que no existe ese peligro. Para ello, el sentido del humor puede resultar muy útil, tal como apunta el doctor: "Es importante afrontar los miedos de forma lúdica, escenificándolos, ya que de esta manera proporcionamos una válvula de seguridad que permite confesarlos sin necesidad de pasar vergüenza".
- Miedo a los sueños. Cuando esto sucede, es conveniente tranquilizarles, diciéndoles que ese miedo es pasajero, y también se les puede dar besos y un poco de agua. Nuestro doctor nos indica que "la mayoría de las ocasiones, más que tener miedo, el niño no ha aprendido a estar solo, y la sensación de soledad en medio de la noche le produce inseguridad".
- Miedo a los animales. Suele aparecer en los niños de mayor edad que se muestran prudentes al encontrarse con animales, sobre todo con perros. La recomendación es que vayan conociendo poco a poco al animal para que se habitúen a su presencia. En esta línea, el neuropediatra matiza que "sería diferente que el niño quedase tan bloqueado por ver a un perro, que la respuesta de ansiedad y angustia fuese completamente desproporcionada; entonces, hablaríamos de un problema".
- Miedo a los seres sobrenaturales. Un truco para encarar este temor consiste en buscar juntos a los monstruos, de modo que pueda cerciorarse de que no hay ninguno. También puede resultar útil que tenga un muñeco protector y contarle cuentos sobre este tema.
Cuándo acudir al psicólogo
Los miedos muy intensos y frecuentes pueden entorpecer la adaptación del menor a las diferentes situaciones. Además, cuando el miedo es excesivo, se presentan otros síntomas añadidos, como sudor, temblor, taquicardia y sensación de ahogo. Por eso, en estos casos, nuestro doctor aconseja que "lo mejor es pedir ayuda de un profesional para evitar que el problema se cronifique".
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