Chirimoya y sus efectos positivos en la salud
Conoce las propiedades nutricionales de esta curiosa fruta de otoño
Es fácil que la chirimoya nos llame la atención por su forma especial, e incluso a menudo nos asaltan las dudas de cómo se come o qué propiedades posee frente a otras frutas más clásicas, como la manzana o la pera. Te contamos a continuación cuáles son los efectos positivos de la chirimoya porque ¡no puede faltar en otoño!
Origen de la chirimoya
Esta fruta es originaria de la cordillera de Los Andes, concretamente de lo que hoy es Perú y Ecuador, aunque algunos historiadores amplían la zona a Colombia y Chile.
Una curiosidad que gira en torno a la chirimoya es que los conquistadores españoles lo llamaron "manjar blanco", precisamente, por su sabor dulce. Sin embargo, el nombre que usamos hoy en día, que es chirimoya, parece que tiene otra procedencia. Al respecto, la nutricionista Elena Pérez Montero, del Complejo hospitalario Ruber Juan Bravo y del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, nos explica que "puede provenir del quechua chirimuya o ‘semillas frías’, ya que en esa zona germina en latitudes elevadas".
Rica en vitaminas B1, B2 y B3
El sistema nervioso, el cerebro y el aspecto de piel, uñas y cabello, son los más beneficiados por el aporte de las vitaminas que contiene la chirimoya. En concreto se destacan las siguientes:
- Tiamina o vitamina B1
- Riboflavina o vitamina B2
- Niacina o vitamina B3
Cada una ayuda a distintos aspectos de nuestra salud, ¡vamos a repasarlos!
Beneficios de la tiamina de la chirimoya
- Mejora el sistema nervioso y las fibras nerviosas
- Ayuda a la absorción de glucosa en el cerebro, lo cual, según aclara nuestra nutricionista, "facilita que el cerebro realice sus funciones más correctamente"
Efectos positivos de la riboflavina
- Imprescindible para un correcto crecimiento
- Ayuda a la formación de piel
- Favorece a uñas y cabello
- Fortalece el sistema inmunitario
- Ayuda a la producción de glóbulos rojos
- Buena para la vista
Niacina y el colesterol
Esta vitamina, como todas las del grupo B, se emplea para convertir los alimentos en energía. En concreto, la B3 favorece la reducción de niveles de triglicéridos y, por lo tanto, ayuda a mantener el colesterol a raya.
Vitamina C para reforzar defensas
Tradicionalmente esta sustancia, tan popular en invierno para prevenir resfriados, se asocia siempre a naranjas, mandarinas y kiwis. Pero existen otras frutas y verduras que contienen la vitamina C. Ejemplo de ello es la chirimoya, lo que hace que su consumo ayude a disminuir los efectos adversos de la gripe y el catarro.
Por su parte, nuestra nutricionista nos indica que no solo es una ayuda frente a las infecciones típicas de estas estaciones más frías, sino que también es beneficiosa para que nuestros huesos y dientes estén fuertes. Además, ayuda a asimilar el hierro que contienen otros alimentos y facilita la producción de glóbulos rojos y colágeno.
Fósforo para huesos, dientes y neuronas
Además de las vitaminas B1, B2, B3 y C, la chirimoya contiene fósforo que es vital para la formación ósea y dental. También favorece a nuestro cerebro; de hecho, nuestra nutricionista nos destaca que "mejora nuestra capacidad mental al ayudar a nuestras neuronas a comunicarse entre ellas".
¿Cómo se prepara la chirimoya?
Es cierto que la chirimoya no necesita preparativos complicados para su consumo, solamente requiere abrirla por la mitad, quitar las pepitas negras de su interior, ¡y ya está lista para degustar!
Cabe añadir que es una estupenda fruta para elaborar un sorbete. Para hacerlo, basta con seguir estos pasos:
- Lavar y pelar varias chirimoyas
- Cortarlas en trozos y triturarlas
- Aparte, formar un almíbar con agua y azúcar, calentando la mezcla en un cazo
- Cuando esté frío, añadir un chorro de zumo de limón y mezclar
- Batir junto con la pulpa de chirimoya y dejar reposar en el congelador
- Remover de vez en cuando, hasta que la mezcla adquiera el aspecto característico de un sorbete
¡Y a disfrutar de todas las vitaminas!
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